El frío incendia
el panal de ideas
mutilando palabras
Y es que existe
una tribu de cantos
bajo el perfume
que desprende la muerte
El poema del rostro
sustanciando emblemas
en una población
de susurros simbióticos
Y me llevo
a cuestas en una guerra
atrevida a mendigarme
Dentro de un paladar
que ahoga
al cuerpo de tu sílaba
A la elemental pared
que surca tu suspiro
Anocheciendo
las navajas del silencio
bajo la lengua
que oculta el cansancio
Una canción
sumergida de rincones,
en lo dormido,
tiritando de vida
en la ingenuidad dolida
preñada de “a veces”
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