No poseo las palabras precisas
para delinear esta aventura,
el sentimiento que me alberga
cada vez que descubro al mundo
(habitado por otros mundos)
Es una congoja
que amarra los segundos,
al cuerpo,
al momento que nos roba
lo que pasa desapercibido
Es abrir los ojos
a lo que nos cegaba la vida,
el vaivén de lo oculto
en las orillas del camino
La sombra invisible
de lo que se aferra sin uñas,
de lo que se envuelve
en la lengua del tiempo
devorando pasos
Colore añejos de desesperanza
desmantelando al día,
arañando los muros
tras lo que se observa,
la melancolía
siendo más droga que herida…
Sedándonos el mundo…
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