domingo, agosto 20

Inmersa

 "Hay corazones sin dueño,

que no tuvieron nunca la oportunidad

de regir como un péndulo casi atroz

el laborioso espasmo de la carne."

Roberto Juarroz.


.

No puedo escribir en alegría,
y no es un mal entendido,
abrazo cada una de mis victorias,
de mis días acuarelados,
pero la melancolía ronda
y desahuciar a mi cuerpo
de su calor y su tacto,
es un vórtice implacable

estoy en pausa,
absorta en estos cielos desnudos
en los días y sus tildes,
no pudiendo encontrar las palabras esdrújulas,
todo se resbala de mí,
y es holgado su silencio.

quisiera salvarme del mundo,
enmudecer como las nubes,
volcar los ojos hacia dentro
y reconocer en mi oscuridad
la brillante raíz de la quietud

porque el abandono
ha desplegado sus aludes
y el vacío es certero,
me abruman sus escombros

incendiaré estas ahogadas palabras
en cada una de mis habitaciones,
y será el frío fulgor de mis anhelos
quién descuelgue del día
la inmortalidad del miedo y todo su remanso.

Melancolía

 Nada detiene al latido

que hilvana una despedida,

es como la desnudez

antes de hacer el amor por las mañanas,

correr dentro de uno mismo

gritando palabras como de ceniza


es inventar el peso de otro cuerpo

como una raíz de aire,

es el vacío y su tumulto de lluvia,

lo invisible despoblando la mirada


y evadir con cierta desesperación al silencio,

es asimilar lo elocuente que es la ausencia:


esperar la tarde sintiendo aeropuertos,

abotonarse en el pecho una grieta insondable

alimentando al rumor del desamparo.

En silencio

 "en cambio hay hombres que fui

y ya no soy ni puedo ser

y esto no siempre es un avance

a veces es una tristeza"


Mario Benedetti

.


La tarde

arma un ardid con el silencio,

sus cadenas retumban

en lo más profundo de mi misma,

en dónde las alas

que visten mis anhelos,

trazan vuelos hacia naciones

que desconozco


¿Cuántas caras viste el espejo?

¿Cuántos prismas revelan mis sombras?

si en mi sangre duerme escondido un eco,

el crepitar

de todas las voces que me componen


En ocasiones ardo

como una estrella a los lejos,

me hundo como una roca

hacia el fondo del río,

para enmudecer como los astros,

detenida en el tiempo,

huir, así, en suspenso

de la penitencia de los días,

a hurgar bajo el éxodo

que exige el coraje


pero como fosfenos,

vuelve a mi el frenesí,

el galopar incesante de la mañana,

esta voz esculpida de espinas

conjurando el rito

que me abisma al vacío.

Soltar

 Desde esta habitación,

se desprenden sombras de otros días,

melodías como colgajos del tiempo,

el ímpetu del sentimiento

que alberga saberse propio, descolorido,

incluso fugaz en la esperanza


existir es es un dolor iridiscente,

una oscura ola azotando en los espejos,

en los miles de prismas que alberga mi alma,

y oscurecer es sólo el prólogo


quisiera con urgencia,

abandonarme en el vaivén de esta noche,

albergarme en mi misma

después del colapso de mis lunas,


enmudecer de pronto

como una alborada,

despojar mis recuerdos

de viejos huesos y amarras,

renombrar la galaxia que oscila

en este estruendo de anhelos,

expiando así a mi ser

del gélido clamor del habitarnos.