jueves, febrero 25

Re-encuentro

Photo from Dudok's de Wit shortcut "Father and Daughter".

Existe un sonido, entre todos los sonidos, que me hace viajar a la niñez en un cometa. Puedo nombrar en primera instancia: el carrusel y su oxidado corazón, el sonido de los árboles, o la campana del colegio de monjas en el que estudié. Pero el sonido del que hablo, es aún más volátil, aún más simple y al mismo tiempo complejo. Hablo del sonido de la bicicleta al contacto con el asfalto. Sí, ese mismo. El sonido de la rueda en movimiento, el zumbido que hace la llanta sobre el suelo y que el sol hace arder en un afán casi retorcido.

Existe algo en la bruma que crea ese calor, en el sonido que habita esa instancia, algo que me hace volver a correr por la casa de la abuela, gritarle a las gallinas en el patio y escribir frases en los muros, frases que ahora además de esconderse, encierran nuevos misterios.

Tres pecas en el mentón, lumbago pronunciado y una desordenada cabellera rubia, hacían parecer a la abuela, un gran girasol. Recuerdo sus ojos descubriéndome, cada vez que inventaba historias absurdas del mundo, como los grandes elefantes del tiempo, siendo confundidos por montañas, o como las gaviotas al tocar el horizonte, se convertían en plata. Ella solo asentía con una mueca, una casi parecida a un guiño, para luego sentarse en la terraza a tomar mate, mientras el sol se hundía del otro lado del planeta. Aún ruge en mí su vocación de sirena: su voz meciéndose en la madrugada, tratando de abrumar al insomnio, que le abrazaba los párpados.

“Debes disfrutar la vida” decía, “Imagina que es como un paseo en bicicleta”.

miércoles, febrero 24

Appear.

The dream. Aparece!!

lunes, febrero 22

Not Fiction




Photo by unknown author.


"This is fact not fiction” – Death cab for cutie / Lack of color


El brillo del momento la serenidad, el reflejo, todo, absolutamente todo, nos deja descalza allá, cerquita del borde de estas palabras, que aunque parezcan lejanas, me calcinan las pupilas.

Desde aquí, observo con cierta hambre el rigor de los días, el vaivén de tus olas, envolviendo(me), hundiendo (me) al tiempo, este que no sabe mi nombre y que enmudece, quizás, bajo que otras palabras.

Sucede, que en la nación desde la que proviene tu elocuencia, soy de ceniza, de papel oxidado por la pluma, de colores que desconozco y que la grieta entre tu nombre y el mío, agita en su lengua. Este precisamente es el lugar, que me permite escapar del desierto que es el mundo sin espejos.



Esto es un big bang. Shine.

martes, febrero 2

Otra estancia

Hacer, deshacer, correr, despegar, irse …


Aquí me hunde el silencio en sus fauces y resulta que más abajito del cielo, somos todos acólitos de este carrusel de sombras. Tengo palabra y media en la lengua y es que casi siempre me falta tu sílaba. Tu tilde afilada, cuando en las tardes todo horizonte, todo haz de luz no basta.


A cierta hora del día, las nubes se preñan de figuras, me aletargan la vista; a cierta hora de la tarde, también, la canción que dejaste bajo la almohada, regresa de cunclillas a estacarme sus corcheas en la tráquea.


Frente a mi edificio, una señora mira por la ventana, como si viera al mundo por primera vez; es tanta la ingenuidad en sus ojos, que me encantaría perderme en sus tierras y pintarle lunares a sus párpados. En la esquina hay un perro que le ladra a los autos y el calor comienza a debilitar al Heladero que sentado bajo el árbol, se protege, al igual que los abuelos, del sol y su tacto.


Hace calor en este cuarto y la ventisca que azota la ventana me hace recordar algun otoño que ya no existe. Creo que de cierta forma envidio la tarea del viento, envidio la libertad de sus alas, de su piel aterciopelada aquí en mi cuello. Envidio poder ir más allá de estas paredes y zapatear bajo los dientes huecos del silencio. Envidio como puede descubrirte sin la necesidad de que lo sepas… a decir verdad, si pudiera, quisiera violentarte con un céfiro.