domingo, septiembre 17

Remembranza


Últimamente, las tardes son impertinentes llegan con la tierna solemnidad del viento

y sus guitarras, 
su rito de gaviota y golondrina,
despeinando el parrón, que por las tardes 
se sienta a mirar el abuelo 

como un árbol,
crece lenta mi nostalgia,
pareciera florecer de pronto 
con la fragilidad  infinita de lo íntimo,
con la incertidumbre en los viajeros 

y encuentro aquí
la inmensa quietud de mi alma,
como una hoja bailando en el viento,
como el sol colándose entre las ramas, 
donde descuelgo todas mis sombras,
donde por ratos, de pronto, enmudezco 

sumergida en la memoria
vuelvo a tientas a mi cuerpo,
a la historia de ciudad nocturna,
alaridos de perros y amores tardíos

porque hay pueblos completos  bajo mis palabras,
yo no las nombro, por miedo a violentarlos.