domingo, septiembre 10

Naufragio


Como una barca desbaratada en la costa,
mis partes frágiles están expuestas,
erosionadas por la sal y la humedad
que deja la nostalgia y las heridas
de los monólogos del tiempo 

con esa misma ventisca de las tardes
palabras de arena se arremolinan
y deshacen en mi lengua,
como si no quisieran formarse,
como si todo lo que he dicho
no dejase jamás mis costas 

las olas se suceden
tratan de tocarme, alcanzarme
y ensimismada logro divisarme a lo lejos
en el reflejo de la tarde,
extinguiéndome de pronto
como un oscuro sol que deja la tierra

y a veces logro escapar
de la soledad y sus invisibles anclas,
logro levitar, apenas,
desde el eco que trae consigo el recuerdo,
desde el anhelo de lo incierto,
desde y hacia las costas no descubiertas
de descubrirse inexplorado

y encender el yerto fuego tras mis lunas
cuando la niebla está hecha de voces,
cuando suben por mi espalda como escalofríos, 
es refugio antes de volcarse en la marea, 
antes de hundirse en el espejo
y sumergir uno a uno los mástiles 
que sostienen mis heridas

desde el crepúsculo
observo las luces de mis ciudades fantasmas,
su candor de estrella temblorosa,
dejando atrás su vocación de sirena,
sus calles de geometría imperfecta,
sus inconclusos laberintos a mi alma.