Unknown author
En la fila del banco soy cantante de rock: afino mis voz (mas bien, hago ruidos extraños) antes de dar un sigiloso concierto, allí, en el espacio que queda entre el aire y el silencio, donde me escabullo a ratos a sacudirme la vida. Cierro los ojos, aprieto los dientes, para respirar profundo y preparar un grito (pero uno hacia adentro), y es justamente cuando diviso al abuelo a mi lado, erguido desde quizás que mundo, regalándome una sonrisa, una de esas escasas. Parece ser el único que escucha mi voz en este desierto, ese en mi cabeza después de la conciencia.
Con cierta tranquilidad elijo el tema indicado, el bolso que cruza mi regazo se convierte en instrumento y me permite repasar una a una las cuerdas de una guitarra. Debo hacerlo rápido, el abuelo muere por escuchar una canción, pero la fila se va acortando. La chica que va adelante, parece molesta por el ruido que alcanza a escuchar desde mis audífonos, y es que aún no puedo creer que exista gente que no haga comunión con el rock. Sigo afinando las cuerdas, me preparo para el intro, pero al parecer, la batería del reproductor no estaba lista para un concierto. Miro al abuelo con cara de espanto, pero él parece entender, parece tener más rock en los huesos de lo que aparenta, pues antes de hacer cualquier mueca, me muestra su boca despoblada de dientes, que contradictoriamente alcanza para una gran sonrisa.
3 Hilvanes:
Viva el rock!!!
Vivan los rockeros de corazón, de mente, de guata!!!
Viva el rock en las filas de los bancos!!
Estaré más atento cuando esté otra vez en un fila de banco... u otra fila!!!
Quizá te encuentre y te sonría... claro... con más dientes!!!
Rock is everywhere.
Beijos.
Santiago.
I miss u
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